Muchas de las lesiones o dolencias que tienen lugar en el pie y tobillo se resisten a los tratamientos más conservadores. En ese punto, aparece en un segundo escalón la realización de infiltraciones o inyecciones de diferentes sustancias para ayudar en la disminución de los síntomas que provoca una determinada lesión. Las sustancias que más frecuentemente infiltramos en el pie son los anestésicos, los corticoides o el colágeno.

Los corticoides son medicamentos con un gran poder antiinflamatorio y que están indicados en gran variedad de lesiones como la fascitis plantar, las bursitis, las capsulitis… Su principal misión es la de disminuir la inflamación y con ello el dolor, lo que facilita que la estructura lesionada se cure ayudando al resto de tratamientos que empleemos.

Por otro lado, el colágeno es la proteína más abundante en el cuerpo humano, y compone los huesos, tendones, músculos, ligamentos, articulaciones… Las fibras de colágeno de nuestro cuerpo se pueden deteriorar debido a diversas causas, y en la mayoría de lesiones las encontramos deterioradas. El objetivo de infiltrar colágeno en una lesión es regenerar y mejorar la calidad del tejido en el que estamos poniendo ese colágeno, para así fortalecer y proteger las estructuras y contribuir a una mejor recuperación de dicha lesión.